EL RIESGO DE DEPILARSE
Vivimos en una sociedad en que la imagen es prioritaria, y el vello de nuestra piel como que no nos queda bien, según en qué sitio, claro está. Como homo sapiens que somos, de eso tenemos mucho por todo el cuerpo. Bueno, algunos más que otros.
Desciendo del avión a primera hora de la mañana de un lunes cualquiera de invierno en la isla de La Palma. Siento esa brisa del mar que los que somos de interior tanto nos gusta y apreciamos. Cierro los ojos y me imagino que la corbata que me cuelga se prolonga y trasforma en una tabla de surf, pero de inmediato vuelvo a la realidad tras recibir un codazo del maleducado de turno, mientras salimos andando por la pista hacia la terminal.
Saboreo mi café vespertino y me preparo el caso que voy a investigar. No salgo de mi asombro. La verdad es que igual que estoy convencido que cada uno tenemos señalado el día en que nos vamos de aquí (fruto de la investigación de tantos accidentes, y el cúmulo de circunstancias que se producen para que tenga que pasar, y pasa), también pienso que el factor suerte es decisivo, Y unos tienen más de eso que otros. No os comáis la cabeza, que es así. Lo de este caso es de los otros.
Mujer joven, modelo de pasarela de ropa, con desfiles por el mundo, y un futuro muy prometedor. Compra una crema depilatoria en el súper cercano a su domicilio, con el fin de quitarse esos pelillos de más en zonas comprometidas.
Dado las malditas prisas ni siquiera se para un minuto a leer las indicaciones que figuran en el envase – eso sí, no válidas para los que ya sufrimos presbicia-, por lo que quita el tapón e introduce el citado envase en el microondas. Tres minutos a máxima potencia, según la experiencia de otras ocasiones.
Sin esperar a que aquello pare, a pesar de quedar muy pocos segundos, su impaciencia le lleva a abrir directamente la puerta del micro, y al coger el envase de repente la crema en estado líquido y a muy elevada temperatura le salta por toda la cara y brazos.
En resumen, se le ha truncado su vida profesional de modelo debido a las importantes secuelas por quemaduras en la piel de su cara. Y todo ello por no asegurarse de cómo debía utilizar la crema, combinado con las prisas.
Intentaba justificarnos que había seguido el mismo método de siempre para calentar la crema depilatoria, pero descubrimos que este último envase no era de la misma marca que habitualmente compraba, pero a pesar de ello se confió y creyó que podría seguir similar método para calentarlo, por lo que no se detuvo ni un minuto a leer las instrucciones, con el resultado ya conocido.
La experiencia y prudencia nos dice que siempre que vayamos a calentar cualquier líquido en este aparato ruidoso y peligroso, debemos dejar pasar unos segundos antes de abrir la portezuela. Simplemente con ese gesto puedes evitar muchas complicaciones.
Alberto Garom